viernes, 17 de febrero de 2012

1995


Año durísimo en España en lo que representa al terrorismo. La actividad criminal fue incesante; en enero es asesinado Gregorio Ordoñez, Presidente del Partido Popular en el País Vasco; en abril un intento frustrado de atentado con coche bomba a José María Aznar; en mayo secuestran al industrial vasco José María Aldaya; en verano tienen al Rey en su punto de mira durante sus vacaciones en Palma de Mallorca y en diciembre estalla un coche bomba en el Puente de Vallecas al paso de una furgoneta en la que viaja personal civil de la Armada.
También políticamente es un año convulso, en enero ingresa en prisión Rafael Vera; en mayo se destapa el caso de las escuchas telefónicas del CESID, espionaje a la clase política, empresarios, jueces y periodistas; en junio dimitió el vicepresidente del Gobierno Narcis Serra y el Ministro de Defensa Julián García Vargas; el exdirector general de la Guardia Civil, Luis Roldán es detenido en Laos tras diez meses huido de la Justicia española.
En la ciudad japonesa de Kobe se registro un terremoto de 7,2 grados en la escala Richter provocando más de mil muertos y seis mil heridos. Tras tres años y medio de guerra en la antigua Yugoslavia concluyen con la firma en París de un acuerdo de paz entre los presidentes de Bosnia, Izetbegovi; Croacia, Tudjman y Serbia, Milosevic. En noviembre el primer ministro israelí Isaac Rabin es asesinado por un ultraderechista judío.
La prensa rosa este año disfrutó de esas noticias que sólo ella sabe digerir como nadie. La caída de un caballo causa una tetraplejía al actor Christopher Reeve, el "Superman" de nuestra generación. En marzo la Infanta Elena y Don Jaime de Marichalar contraen matrimonio en Sevilla; y la noticia trágica por partida doble, los fallecimientos de Lola Flores y dos semanas después de su hijo Antonio González.
Homenaje a parte al teniente coronel Gutierrez Mellado, aquel señor mayor que en nuestra juventud, en 1981 durante el golpe de estado, se levantó de su escaño y se enfrentó a los golpistas, que falleció en diciembre de este año.



 
En San Vicente Francisco Canals seguía al frente del Ayuntamiento y Felipe Gómez Camacho hacía lo propio en la Concejalía de Fiestas. Los cambios más significativos vendrían de la mano de la Comisión Municipal de Fiestas presidida por Carmen Guijarro Pastor. Tengo que reconocer que tras tantos años en la Fiesta esta Comisión fue una de las más competentes con las que he trabajado, sobretodo por las personas que la componían cuyo trato conmigo fue exquisito tanto a nivel festero como personal. Estaba compuesta por personas tremendamente competentes como la propia Carmen, Pascual, Sergio, Luisa y Paquita entre otros cuya capacidad d dialogo estaba a la par con la de su trabajo.
En la Unión de Comparsas afrontábamos nuestras últimas fiestas en la Junta Directiva de Paco Morales; este año se unieron al grupo dos personas a las que aprecio desde hace muchos años, Begoña Monllor y Vicente Ferrándiz. En el articulo del Libro de Fiestas firmado por la Junta Directiva ya se esboza un deseo que se haría realidad en el futuro, dice así "... pero el ciclo ya esta próximo a su fin, las nuevas elecciones se aproximan y nuestro deseo sería que se produjera el relevo generacional, que la juventud asumiera el reto de organizar nuestras Fiestas".  Y como era un deseo pues algunos nos propusimos cumplirlo. La gente joven que formábamos la Juta Directiva, una vez acabadas las Fiestas de 1995 nos pusimos a trabajar para preparar una candidatura a la presidencia de la Unión de Comparsas. Al principio nos surgió un problema, no teníamos candidato, tras valorar varias posibilidades nos decidimos por un joven Fester de la Comparsa Almogavers, José Manuel Díez Fuentes. Una vez encontrado el cabeza de lista era momento de presentar el proyecto a las Comparsas. Todo esto se realizó durante los meses de mayo y junio en la antigua kábila de la Comparsa Abbasires, en la calle Ramón y Cajal. El día siete de julio fue la Asamblea General Extraordinaria en cuyo segundo punto del orden del día estaban convocadas las elecciones a la presidencia de la Unión de Comparsas; tras la votación salió elegido José Manuel Díez Fuentes como Presidente de la Unión de Comparsas. 
En 1995 las Capitanías recayeron en Maseros y Negros Zulúes y las Alferecías en Nómadas y Moros Viejos. Como siempre antes de comenzar las Fiestas hay un acto al que le tengo un cariño especial, la Presentación del Libro de Fiestas, este año de la mano de mi buen amigo José Antonio Sirvent Mullor con quien compartí muchos momentos personales y festeros. Este año el acto estreno nueva ubicación, el Salón de Usos Múltiples del Centro Social, un local mas acorde a las necesidades de aforo que este acto necesitaba. Alfredo Fuentes y Eva Belló fueron los presentadores de la Presentación d Capitanes y Abanderadas en el Pabellón Municipal. Este año estuvo dedicada al XX Aniversario y como sorpresa la aparición de San Vicente entre un haz de luz. El Pregón este año volvió a ser político y para ello se contó con la presencia de el Conseller de Industria, Turismo y Comercio Don Martín Sevilla.
De este año tengo una anécdota de la Embajada Mora. La Avenida de la Libertad se encontraba flanqueada por antorchas y durante el parlamento un individuo cogió una antorcha y se dirigió a la calle San José donde se encontraban los arcabuceros del Bando Cristiano con sus cantimploras repletas de pólvora. Yo me encontraba allí y vi como este personaje cogía la antorcha, corrí detrás de el y fue reducido por los mismos festeros con un culatazo de arcabuz. Lo cierto es que ese día todos tuvimos un poco de suerte porque energumenos como este pueden provocar una tragedia, pero afortunadamente el ángel de la guarda asignado a los festeros vela por nosotros.


Algo mas relajada y divertida fue la charanga de ese año, la Comparsa recreó en la calle una autentica película del lejano oeste con su cámara - director (José Luis Pascual), sheriff (Fernando), la chica (Maribel), el malo (Parra) y soldados e indios para dar y vender. Yo formaba parte junto con Rafa, Anastasio y Luis del grupo de los enterradores; con un ataúd sin fondo y ataviados con chaquetas largas y sombreros de copa íbamos recogiendo los cadáveres de los vaqueros defuncionados. Dos anécdotas muy buenas ocurrieron durante el desfile, la primera fue un grupo de señoras mayores que cuando nos vio llegar a su altura se santigüaron muy solemnemente; y la segunda es un poco más extraña ya que cuando el vaquero Paco Melero fue abatido, al meterlo en el ataúd se meo encima dejando incluso un charco a su alrededor.


Por lo que respecta a la Comparsa no había grandes cambios con respecto al año anterior, eran años de transición en espera de un nuevo cargo festero. Fueron nuestras últimas Fiestas de solteros ya que en septiembre de ese año nos casábamos.


En el plano personal 1995 viene marcado por un acontecimiento fundamental en mi vida, el matrimonio; pero antes de esto todavía tuvimos la oportunidad de realizar nuestro último viaje de solteros. Pocos días antes de las Fiestas de Moros y Cristianos, aprovechando los días de Pascua, nos fuimos a visitar Zaragoza y el Monasterio de Piedra. Nos alojamos en la Posada de las Almas, un edificio del siglo XVIII situado en el centro de la ciudad. Zaragoza es una ciudad espectacular vayas en el mes que vayas pero la primavera parece que hace resucitar la belleza de sus monumentos e igual ocurre con el Monasterio de Piedra, el agua rebosa generosa por todas sus cascadas y el Monasterio, aunque abandonado, todavía conserva su fuerte impronta medieval. Tengo que reconocer que allí comí la mejor trucha que he probado en mi vida. Sencillamente espectacular.

Tras un inicio de verano ocupado en las elecciones a la presidencia de la Unión de Comparsas, se acercaba septiembre y con él la fecha de la boda, el día 17. Ese día se iba a cumplir uno de mis sueños, unir mi vida a la mujer que yo sabía que era mi media naranja. Aunque la idea de la boda fue de ella he de reconocer que no puse ningún impedimento, mas bien facilidades; uno va cumpliendo años y es consciente de que su vida tiene que dar un nuevo impulso y ese empujón en esos momentos es el matrimonio. Pero no fui el único que se casó ese fin de semana, el sábado 16 pasaron por la vicaría nuestros amigos Rafa y Vero, allí estuvimos aunque no pudimos disfrutar de su boda ya que teníamos que atender a nuestros propios invitados. Esa noche, la previa a la boda, estuve en un pub de San Vicente con algunos amigos y con mi prima María tomando algunas copas hasta altas horas de la madrugada. A las ocho en punto de la mañana Isidro el fotógrafo ya estaba en casa para iniciar el reportaje y a la hora convenida, supongo haciendo un gran esfuerzo pues estuvo en la boda de la noche anterior, mi amigo Fernando Perona vino a recogerme a mi y a la madrina, mi madre, para llevarnos a la Iglesia de Nuestra Señora de Gracia.

Cuando llegamos a la Iglesia recuerdo ver allí a todos nuestros amigos con caras de mucho sueño y  trajes de bolsillos cosidos, ellas maravillosas con sus pamelas sin notárseles siquiera el cansancio acumulado. Yo estaba tranquilo hasta que apareció el coche de la novia, en ese momento, al abrirle la puerta y verla me puse tremendamente nervioso, no atinaba a controlar mis movimientos, estaba delante de la mujer mas guapa que había visto en mi vida. Una vez iniciada la ceremonia todos nos tranquilizamos y esta discurrió con toda normalidad, las fotos posteriores con la familia, el lanzamiento masivo de arroz apretados junto a una puerta que se cerraba, felicitaciones, besos y por fin nos vamos al castillo a hacernos las fotos. Arranca el coche de los novios, conducido por mi cuñado Antonio y dos calles más arriba se baja del coche y dice que se va, no tuve más remedio que ponerme al volante y dejar a Gloria sola detrás. Al llegar al castillo se quita los tacones, se coloca sus zapatillas de deporte y a patear cuesta arriba junto a Isidro y Basi, que hacían las fotos, y José Luis y María que preparaban un vídeo.
Tras la visita al castillo de nuevo me puse al volante del coche de los novios, con la novia en el asiento trasero, y llegamos al Mesón San Vicente donde ya nos estaban esperando con tracas y algo de hambre. Tras una opípara comida en la cual he de reconocer que pasé una vergüenza muy grande cuando la tuna se colocó detrás de nosotros para cantar, lo cierto es que los tunos tenían ya una edad que de haberse esmerado en los estudios ya podrían ser médicos, abogados e incluso arquitectos aunque no me extrañaría que diecisiete años después todavía vayan con la pandereta en las bodas, como decía tras la comida ya me esperaba yo algo de mis amigos y cuando vi a Luis desplegar el papel y coger el micro ya estaba todo preparado. Nos hicieron dos regalos preciosos que guardo en casa como un tesoro, un pergamino con una bella poesía y una espada con hoja de cristal que al año siguiente fue portada en la Entrada por el cabo de mi filada. Tras las fotos de rigor con familia y amigos, el baile, la barra libre y cada uno a su casa. Nosotros nos marchamos a Alicante porque teníamos reservada habitación en el hotel Gran Sol junto con Rafa y Vero para al día siguiente volar rumbo a Tenerife.

A la noche de bodas si que le voy a dedicar unas líneas ya que de una vez por todas hay que desmontar este mito, señoras y señores la noche de bodas no existe y a las pruebas me remito. Tras un pequeño ágape nocturno en una terraza de la Explanada ya avanzada la noche nos dirigimos a la habitación, y una vez allí y cual cazador de mitos puse este de la noche de bodas a prueba y vamos fue total y absolutamente desmontado en un instante; la noche de bodas no existe. Pero no fue eso lo único que ocurrió, tome posesión del lado derecho de la cama, con mi vaso de agua (no para meter la dentadura), y al cabo de un rato no podía dormir, supongo que era por otra cosa, y cambie de lado de la cama. Tras un sueño profundo, de madrugada estiré el brazo para beber agua y me encontré el postizo de mi mujer, cual fue mi impresión que lo lance al centro de la habitación al grito de ¡una rata, una rata!. Evidentemente hice el ridículo y el postizo me gasto una mala pasada pero yo esa noche si puedo afirmar que toqué pelo, aunque fuera postizo.

Al día siguiente, madrugón, y rumbo a las Islas Canarias. Es una maravilla viajar con esta pareja y fue todo un acierto organizar el viaje de novios juntos. Me es muy grato recordar el Loro Parque, el Teide, aunque alguno cogió mal de altura, la excursión a Icod de los Vinos, la playa de las Teresitas, el valle de la Orotava, la Candelaria, donde alquilamos un coche y por desconocimiento del precio de la gasolina con mil pesetas llenamos el depósito, la sala de fiestas de los lagos de Martianez y un sinfín de lugares inolvidables, e incluso esas noches en el hotel bebiendo Bourbon Canadian Club o Ron Capitán Morgan y fumando grandes puros o Camel Medium, rodeados de forasteros y con los animadores del hotel, Paco y Ethel, regalando vasos de sangría y sidra a estos infelices extranjeros. Una anécdota nos sucedió a Rafa y a mí la última tarde en el hotel. Las mujeres se habían ido a hacer las maletas y nosotros nos quedamos en el bar. Casualidad, no lo sabíamos lo juro, era el horario de la hora feliz, dos copas al precio de una y empezamos a beber ponche al mismo tiempo que una señora mayor se cambiaba de bañador enrollada en una toalla frente a nosotros,con los vapores etilicos nos dio la risa y a la señora se le cayó la toalla, espectáculo dantesco que nos deberíamos de haber ahorrado, pero no fue sólo eso sino que a un señor le sucedió lo mismo y nos enseño la sobrasada, las risa iban en la misma progresión que las copas, el camarero no daba abasto y eso que eramos los únicos en la terraza. Al camarero ya lo conocíamos porque unos días antes no había podido hacernos unos carajillos porque, textual, "no tengo maquina de quemar". Impresionante. La verdad es que nos lo pasamos francamente bien. El viaje de vuelta en el aeropuerto de Los Rodeos fue espectacular ya que las maletas venían llenas de tabaco y alcohol y pensábamos que la Guardia Civil nos iba a detener por contrabando pero finalmente pudimos llegar a El Altet sin percances. Las botellas llegaron todas.

 Después de tantos años de noviazgo y de la boda era ya momento de marchar a nuestra casa. Como estábamos esperando que terminaran las obras del piso de San Vicente nos fuimos a vivir una temporada a Alicante, a una casa de alquiler en la calle Juan de Herrera. Era una vivienda antigua, descuidada que hubo que rehacer con una obra de grandes dimensiones. Allí nos fuimos Gloria, canela, un teckel que formaba parte de la familia desde 1992, y yo. En una calle situada en lo que por entonces se llamaba "ruta de la madera" con un pub abajo sin ningún tipo de insonorización, con un vecino con síndrome de diogenes al que le faltaba un tornillo y unos estudiantes, que vivían en el bloque de al lado, que con una caña de pescar robaban mi ropa interior limpia, imaginaros las ganas que tenía de venirme a vivir a San Vicente. Y todavía tuve que vivir en esa jungla dos largos años pero sin duda merecía la pena.




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