martes, 13 de marzo de 2012

1997




En nuestra retina ha quedado como una daga en una herida sangrante la imagen de Miguel Ángel Blanco llegando al hospital momentos después de encontrarle herido de muerte; es una escena difícil de olvidar y difícil de comprender para una persona que no sea un sanguinario asesino, una persona capaz de pegarle dos tiros en la nuca a un inocente simplemente por no compartir sus ideas. Eso fue lo que ocurrió un doce de julio cuando unos asesinos pertenecientes a la banda terrorista ETA asesinaron al Concejal del PP en Ermua Miguel Ángel Blanco, después de tenerlo secuestrado 48 horas exigiendo al Gobierno el reagrupamiento de los presos etarras en el País Vasco. Ante este atroz crimen la sociedad española se movilizó unanimemente saliendo a la calle, cientos de miles de personas mostraron su rechazo a los terroristas y creando sin querer lo que se conoció como "el espíritu de Ermua". Recuerdo haber vivido este momento muy intensamente, era sábado y yo estaba solo en  casa, Gloria estaba trabajando en el Corte Inglés, con la radio puesta escuchando música, cortaron la emisión para informar que Miguel Ángel Blanco había sido encontrado en un bosque cercano con vida, que estaba muy grave y lo llevaban al hospital, recuerdo haber pensado "aguanta chaval, aguanta"; más tarde cuando confirmaron la noticia de su muerte unas lágrimas escaparon de mis ojos, esto ya había ido demasiado lejos.
Evidentemente esta noticia eclipsó a todas las demás, aunque también las hubieron positivas relacionadas con el terrorismo como la liberación de Cosme Desclaux tras 232 días de secuestro y la de Ortega Lara tras 532 días privado de libertad.
Fue un año especialmente desafortunado ya que también fallecían el diseñador italiano Gianni Versace, asesinado en la puerta de su casa de Miami, el actor estadounidense James Stewart, el oceanógrafo francés Jacques Cousteau, la misionera Madre Teresa de Calcuta y el trágico suceso que desbordó a la prensa rosa a final del verano, el fallecimiento de la Princesa Diana de Gales en un accidente de trafico en París. Esta misma prensa también se hizo eco de la boda de la Infanta Cristina con Iñaki Urdangarín en Barcelona.


En San Vicente las cosas seguían igual, parecía que había estabilidad en todas las áreas festeras del pueblo, desde la Concejalía de Fiestas a la Unión de Comparsas pasando por la Comisión Municipal, no eran tiempos de cambios lo cierto es que todo funcionaba bastante bien tanto en el Ayuntamiento como en las asociaciones. En la Unión de Comparsas a finales de 1996 estalló un problema que venía  desde mayo de 1990 y es el conflicto entre la Comparsa Negros Zulúes y la Escuadra Caballo Loco. La Unión de Comparsas tomó cartas en el asunto y el Presidente me encargó que formara una Comisión para intentar aclarar el tema y darle una solución definitiva. La Comisión presidida por mí estaba compuesta por José Antonio Gómis, Juan José Juan, Rafael Monllor y Carlos Torregrosa. Tras multitud de reuniones con ambas partes en la Sede Social de la Unión de Comparsas, que por esas fechas se encontraba en la Plaza del Pilar, se llegó a un principio de acuerdo en un borrador que debía de aprobar la Asamblea de Socios Compromisarios. Tensa Asamblea la que nos tocó vivir ya que para Caballo Loco era a vida o muerte, si los compromisarios votaban a favor se segregaban de la Comparsa y podían seguir en la Fiesta, mientras que si el voto era negativo causaban baja en la Unión de Comparsas de forma inmediata. Mas relajada era la postura de la Comparsa Negros Zulúes ya que legaban a la Asamblea habiéndose quitado el problema de encima, me explico, si salía el voto afirmativo ellos ganaban ya que desparecía el problema y si el voto era negativo también porque causaban baja, así que victoria segura. Los que estábamos en la mesa si que pasamos un mal rato y los festeros de Caballo Loco siguen en la Fiesta gracias a Los Pacos que se ausentaron para almorzar y también gracias a todos aquellos compromisarios que en vez de votar las opciones presentadas se dedicaron a insultarme en sus votos.
La Presentación de ese año estuvo dedicada a reconocer la labor de los alcaldes de fiestas y sirvió para homenajear a Ismael García. El presentador de ese año fue Raúl Chust, fester de Almogavers en aquellas fechas. Como no hay Presentación tranquila pues esta tampoco lo fue, Astures y Marroc's, Alferecías salientes, se pusieron de acuerdo en realizar un corbatín para colocarlo a la bandera de cada bando y lo notificaron el mismo día del ensayo. Las Capitanías estaban en contra y en los Estatutos no se recogía nada así que como organizador opté porque no se colocaran y me gané el enfado de algunas personas a las que aprecio. Al cabo del tiempo hablamos del tema y todo quedo olvidado.
Me gustaría hacer especial referencia al cartel ganador de este año; para mi uno de los tres mejores carteles de la historia de la fiesta en San Vicente realizado por el artista Martigó, seudónimo de mi buen amigo Pascual Martínez.
El Auditorio del Centro Social de nuevo sirvió de marco para la Presentación del Libro de Fiestas encargada este año a la festera de la Comparsa Moros Viejos, Mari Carmen Pastor Soler; era la primera vez que una mujer presentaba nuestro libro y ya era hora. También una mujer fue ese año la Pregonera, de nuevo la politica en un balcón festero, este año fue la Diputada socialista Doña Carmen Alborch; un pregón más, ni fú ni fá.
Todos nos acordamos de lo que sucedió este año durante la procesión, aquel que lo vivió no olvidará jamás el parón, los rumores, las sirenas de las ambulancias, la incertidumbre, en definitiva el caos que se vivió. Yo tan sólo puedo contar lo que viví; la procesión arrancó con toda normalidad y yo me encontraba en la comitiva junto a mis compañeros de la Unión de Comparsas y la Comisión Municipal de Fiestas. A la altura del antiguo cine Principal, donde hoy se encuentra el nuevo Ayuntamiento, la Procesión se paró en seco, enseguida se corrió el rumor de que algo había pasado en la calle Ancha; al rato abandoné mi lugar y me dirigí por el centro de la calle Ancha de Castelar hacía arriba, a la altura del colegio Santa Faz el caos era absoluto, yo sabía que mi madre salía en la fila de la cera y mi mujer se encontraba viendo el acto, pero no sabía donde estaban. Cuando regresaba a mi sitio a contar lo que había visto me encontré a Eva Belló, junto con el resto de Concejales, llorando desconsoladamente, en ese momento creíamos que había victimas mortales aunque no sabíamos todavía lo que había sucedido. Entre la gente de la Unión de Comparsas y de la Comisión Municipal de Fiestas que nos encontrábamos allí optamos, en una decisión sin precedentes, que el Santo diese la vuelta y se dirigiera de nuevo a la Iglesia por la calle Pintor Picasso. Tengo que reconocer que la vuelta fue muy amarga, en el silencio más absoluto, todavía se me eriza el vello al recordarlo. Cuando el Santo estaba haciendo la maniobra para colocarse en la Iglesia una señora dirigiéndose a mí me dijo "la culpa de esto la tienen los moros", me quedé helado y Luisa, la actual Alcaldesa, que estaba a mi lado le recriminó sus palabras.
Puedo afirmar que ha sido la peor experiencia festera de mi vida, cada vez que paso por el lugar la vista se me va a ese balcón del primer piso que pudo causar una tragedia. Como curiosidad comentar que en el Libro de Fiestas de 1998, en la página 71 hay una fotografía del balcón tomada el mismo día de la desgracia, pero por la mañana durante la Ofrenda. Casualidad.



La Comparsa, bajo mi punto de vista se encontraba en un momento esplendido. Bajo la presidencia de José Luis Espinós y con 141 socios se afrontaban estas Fiestas de 1997; eran años en los que reinaba un gran ambiente y ya se comenzaba a trabajar todos juntos en lo que iba a ser la Capitanía de 1999. Los Capitanes de Comparsa de ese año fueron Luis Manuel Más Orts y Carolina Guillén Espinós.





Tengo muy buenos recuerdos de estos años sobretodo de un acto que se celebraba tras las fiestas, la Batalla de Flores. La Comparsa comía en la kabila el domingo posterior a Fiestas y tras la sobremesa nos íbamos todos a la calle Ancha, casi siempre al cruce con Picasso, para disfrutar de este fin de fiesta.


En lo personal, 1997 fue un año muy cargado de acontecimientos que desembocarían a final de año con un gran regalo, el nacimiento de mi hijo Alejandro. El año lo iniciamos en la casa de Juan de Herrera pero ante la proximidad de la entrega de llaves del piso nuevo ya empezamos a empaquetar antes del verano; cuando pasaron las vacaciones ya no volvimos a Alicante, nos quedamos en San Vicente en casa de mis padres pero todavía se alargaría la mudanza hasta finales de año, el día de Nochebuena de 1997 fue la primera noche que pasamos en nuestra nueva casa.



En junio, con Rafa y Vero nos fuimos a Madrid, allí pasamos unos días maravillosos visitando el Museo del Prado, el Thyssen, el Palacio Real, el Retiro, en fin todo lo que se puede ver cuando vas de turista. Dio la casualidad que cuando nos fuimos a Madrid nuestras mujeres ya estaban embarazadas y los controles de seguridad los pasaban por el lado, eso nos paso en el Museo del Ejercito, y nosotros orgullosos se lo íbamos diciendo a todo el mundo.



Caluroso verano que ambos pasamos embarazados, ya que si bien ella llevaba a nuestro hijo, yo soportaba la pesada carga de su embarazo, aunque he de reconocer que se portó muy bien.



A finales de año, el 30 de diciembre en la Clínica Vistahermosa me ocurrió lo más bonito que me había pasado hasta ahora, el nacimiento de mi hijo Alejandro. Y así, con un pan debajo del brazo, de la mejor manera posible finalizó 1997.




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