jueves, 22 de marzo de 2012

1998


La España de 1998 seguía depurando los desmanes políticos de años anteriores. El 26 de febrero el ex director general de la Guardia Civil Luis Roldán fue condenado a 28 años de cárcel por malversación de fondos públicos, cohecho, estafa y delitos contra la Hacienda Pública. Al mismo tiempo el Supremo condena a diez años de prisión y doce de inhabilitación al ex ministro del interior José Barrionuevo y al ex secretario de estado para la seguridad Rafael Vera por haber autorizado en 1983 el secuestro de Segundo Marey; ellos saldrían ciento cinco días después por un indulto del Gobierno. También fueron condenados otros responsables como el ex gobernador civil de Vizcaya, Julián Sancristobal; el secretario general del PSOE en Vizcaya, Ricardo García Damborenea y los policías Miguel Planchuelo y Francisco Alvarez. Mientras tanto la política seguía con su día a día. Juan José Ibarretxe fue elegido Lendakari y José Borrell candidato socialista a la Presidencia del Gobierno.
En el extranjero, los desastres naturales se cebaron en Afganistán donde un terremoto causó cuatro mil quinientas victimas mortales y en Centroamerica donde el paso del huracán "Mitch" dejó unos diez mil muertos y tres millones de damnificados, y a sido considerado como uno de los mayores desastres naturales de la historia.
A caballo entre la crónica rosa y la internacional saltó un gran escandalo en Estados Unidos ya que el Presidente norteamericano Bill Clinton tuvo que reconocer, debido a la presión mediatica, relaciones sexuales en la Casa Blanca con la becaria Mónica Lewinski.
En el apartado estrictamente rosa la boda de Eugenia Martínez de Irujo con el torero Francisco Rivera Ordoñez y el nacimiento del primer nieto de los Reyes. También se hizo eco del fallecimiento de Ramón Sampedro, un gallego tetraplejico que puso fin a su vida tras luchar por la legalización de la eutanasia, y de la comercialización de la Viagra.


En San Vicente reinaba la estabilidad tanto a nivel municipal con Paco Canals en la Alcaldía y Vicente Ferrándiz en la Concejalía de Fiestas, como a nivel festero con Carmen Guijarro en la Presidencia de la Comisión Municipal de Fiestas y José Manuel Díez que afrontaba su último año de Presidente de la Unión de Comparsas antes de las elecciones que tendrán lugar tras finalizar las Fiestas de este año.
La Fiesta si que iba a afrontar este año un cambio sustancial en uno de los actos más olvidados tanto por el fester como por el público, me refiero a la Entrada de Bandas. Este acto surgió al principio de la Fiesta con el único objetivo de llevar a la banda de música al principio del desfile, con el tiempo se fue reglando pero año tras año se cometían los mismos errores. Falta de público, en esos años sentarse en una silla de madera a las cinco de la tarde implicaba seis horas de desfile; falta de seriedad del fester, ausencia del propio fester del acto, el fester a estas horas se estaba pertrechando para el desfile; cansancio de las banda que participaban con el bando moro. En 1998 se decidió acabar con todo esto e intentar renacer un acto que languidecía y que caminaba por la Fiesta sin pena ni gloria, la forma de potenciarlo fue cambiando de día y pasarlo al viernes antes del pregón, y de itinerario, ahora transcurriría por la Avenida de la Libertad. El resultado fue un éxito total de público y festeros asistentes.


Este año el cartel de Fiestas fue realizado por un buen amigo mío, fester de la Comparsa Abbasires, José Manuel Manzaneque.
La Presentación de 1998 fue la última que realicé como máximo responsable, la quise dedicar a todas aquellas personas que de forma altruista han colaborado como presentadores durante todos estos últimos años. A diferencia de los años anteriores no recuerdo ningún lío ni en los ensayos ni en el espectáculo, algo que es de agradecer.
La Presentación del Libro de Fiestas tuve el grato placer de que se me ofreciera realizarla; fue un domingo 5 de abril en el Auditorio del Centro Social. No voy a realizar ningún comentario del acto pero publicaré en el blog un anexo con el texto completo de la presentación para todo aquel que le apetezca recordarlo. El Pregón de este año fue realizado por José Antonio Sirvent Mullor y como he dicho en otras ocasiones lo he colocado siempre en la trilogía de pregones insuperables, junto con Santonja y Espí Valdés. Fue un pregón emocionante, de aquellos que llegan al corazón y sólo puede escribir un hijo del Pueblo y además Fester.
Las Fiestas se desarrollaron por cauce normales, como debe de ser, y esto además es motivo de alegría si conoces a los cargos festeros; me alegré mucho por la Reina de las Fiestas, Elena, a la que conocí años atrás en la Alferecía de los Maseros; al Capitán Moro, Manolo, con muchos años de amistad y al Alférez Moro, Jorge, amigo y compañero de trabajo en la Unión de Comparsas. Por ellos y sobretodo porque sabía que iba a ser mi último año como vicepresidente de la Unión de Comparsas, fue un año intenso donde intente responder a la confianza depositada en mí.
La Comparsa seguía presidida por José Luis Espinós y la kábila en la calle Labradores. La estabilidad era la norma en estos años también en el tema del número de socios; la comparsa fluctuaba levemente tres socios arriba, tres socios abajo, este año eramos ciento treinta y siete y afrontábamos una capitanía en el horizonte. Los Capitanes de Comparsa de ese año fueron José María Sanchís y su hija Gemma Sanchís. Este año, tras el Mig Any, y ante la proximidad de la capitanía, la Junta Directiva decidió que cada una de las filadas tomara un nombre. La filada se reunió en octubre en la cervecería Pascualet,  y decidió adoptar el nombre de Magenta. Este año la filada la formábamos de izquierda a derecha, Juan Pascual Beviá, Modesto Botella, Esteban Blasco, Miguel Angel Juan, Angel Tello, Facundo Torregrosa, Pedro Villardelsaz, Mariano Beviá, Pedro Orts, Paco Morales, Fernando Perona, José Amat y como cabo Luis Lledó.


 Desde el punto de vista personal 1998 amanecía con un niño recién nacido, fue el mejor regalo de Navidad que hubiéramos deseado. El inicio del año lo pasamos en el hospital ya que Gloria necesitó algunos cuidados tras dar a luz; la llegada a casa fue apoteósica, ya llevaba yo varios días dándole a oler al perro cosas usadas por el bebé para evitar ese primer momento, nada más llegar a casa dejamos que lo olisqueara para que así pasara a formar parte de su familia, sin celos ni rencores. En ese aspecto todo funcionó correctamente y Canela aceptó al bebé no sin mostrar algo de pelusa hacia el recién llegado. Los inicios de unos padres primerizos son tremendamente complicados, viene sin libro de instrucciones y entre lo que te dicen unos y comentan otros vas sacando conclusiones, que en la mayor parte de los casos te conducen al error pero equivocandose es como se aprende en este menester. Todavía recuerdo los primeros cambios de pañal, esa simpática meada en la cara por hacerle cosquillas allá donde no se debe, el baño nocturno y ese olor a bebé que jamas se olvida, las difíciles noches, sobre todo para Gloria ya que mi sueño es algo pesado, con vómitos incluidos. Y a pesar de todo esto es tremendamente satisfactorio y una de las cosas más bonitas que te pueden ocurrir en a vida. Al poco tiempo nacerían Jesús y Deborah y junto con sus orgullosos padres posaron en una foto histórica, que a pesar de haber sido ya publicada en algunas redes sociales no me cansaré de ver y de incluir de nuevo aquí.


Catorce años después esta foto volverá a repetirse en el mismo lugar, junto a la iglesia de La Inmaculada, el mismo día, domingo de Ramos, y con los mismos personajes evidentemente no al brazo. Siguiendo con el tema de los bebes este año también nació mi sobrina mayor, Rocío, hija de mis cuñados Vicente y Rocío.
Durante las fiestas de ese año bautizamos a nuestro hijo Alejandro, fue un bautizo festero en la iglesia de San Vicente Ferrer. El niño llegó a la iglesia sobre un palanquín hecho por su abuelo Mariano y portado por algunos amigos de mi filada. Los padrinos fueron mi cuñada Cristina y mi añorado tío Juan, hermano de mi madre, no confundir con el hermano de mi padre.


Antes del bautizo ocurrió una anécdota curiosa ya que entramos a la sacristía para  hablar con el cura, don Juan Bertomeu si no me traiciona la memoria, y le informamos que el niño iba vestido de moro al igual que la mayor parte de los invitados, a lo que respondió que le daba igual como si hubiéramos querido traerlo de torero.Ya después, y como va siendo tradición familiar, nos marchamos al Mesón San Vicente a disfrutar de una comida con familia y amigos. No se pudo hacer muy largo ya que por la tarde había desfile y mucha gente de la que allí se encontraba tenia obligaciones con la fiesta, el padre el primero.


Como todos los años, y este no iba a ser una excepción, también salimos de viaje; sólo cambiaba una cosa que en el coche eramos uno más. Este año nos fuimos con Alejandro, con tan sólo ocho meses, a Bailén y al Santuario de la Virgen de la Cabeza, ante la cual presentamos al niño.


Fue un maravilloso viaje donde estuvimos en casa de Paco y Mari con María devolviéndoles su visita al bautizo de Alejandro. Me acuerdo de la vuelta, con un coche cargado hasta los topes de ropa, pañales, carro de bebé y regalos para todos ya que visitamos una cerámica y casi la vaciamos.


Nada más volver del viaje me enteré que había ganado por segundo año consecutivo el Premio Octubre de Investigación Local convocado por el Ayuntamiento de San Vicente con el trabajo titulado "La Fiesta de Moros y Cristianos en San Vicente del Raspeig".
Así fue como transcurrió nuestro primer año entre pañales, con ilusión y aprendiendo día a día algo tan difícil y maravilloso como criar a un hijo.



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