sábado, 7 de enero de 2012

1985



Año histórico para nuestro país, ya que se pone fin a décadas de aislamiento internacional. En la Sala de Columnas del Palacio Real de Madrid se firmó el doce de junio el Tratado de Adhesión a la Comunidad Económica Europea. Al margen de esto en España se aprobó la Ley del aborto y la banda terrorista ETA seguía con su baño de sangre, al que se le sumó ese año el integrismo islámico como responsable de un atentado en un restaurante de Barajas frecuentado por personal estadounidense de la base aérea de Torrejón. Como anécdota ese fue el primer año en que un grupo de vecinos del pueblo de Plan en Huesca organizaron una "caravana de mujeres".
En el extranjero las cosas no iban mucho mejor, todos recordamos las impactantes imágenes de Omayra Sánchez atrapada entre el lodo y el barro tras la erupción del volcán colombiano "Nevado del Ruiz", escalofriante ver por televisión minuto a minuto como se le escapaba la vida a aquella niña colombiana. El mundo del fútbol también lloró a sus victimas, esta vez en Bélgica, en el Estadio de Heyssel, en la final de la Copa de Europa disputada entre la Juventus de Turin y el Liverpool, una avalancha de seguidores provocó la tragedia que también pudimos ver en directo por televisión. Al margen de estas luctuosas noticias, personalmente la noticia que más influiría en el posterior desarrollo mundial es la llegada a la secretaría general del Partido Comunista de la Unión Soviética de Mijail Gorbachov y la aparición de términos como "glasnot" y "perestroika".


San Vicente seguía en 1985 la tónica marcada en años anteriores, la Corporación Municipal llegaba al ecuador de su mandato intentando realizar los proyectos prometidos y prometiendo otros que jamás verían la luz, como la famosa casa de la cultura y la juventud, que tras varios emplazamientos cayó en el sueño de los olvidados; la Comisión Municipal de Fiestas cambió de presidente y el Sr. Boluda, tras un año sabático volvió, según su escrito en el libro de Fiestas gracias "al apoyo incondicional" de los vecinos. La Unión de Comparsas también sufrió un cambio importante, la primera etapa de Francisco Morales al frente de la Unión de Comparsas había tocado a su fin y la presidencia recayó en Joaquín Gil Escobar.
Si bien la Unión de Comparsas cambió de presidente, las relaciones entre las dos entidades atravesaban momentos dificiles que salían a la luz con la ausencia casi total de referencias a la Unión de Comparsas en el libro de Fiestas; la relación de la Junta Directiva y dos fotografías en blanco y negro de los Cargos Festeros en la misma página, era el testimonio de nuestra Fiesta en la Revista Oficial. Ante este panorama de nuevo la Unión de Comparsas editó un boletín interno extraordinario donde la Fiesta de Moros y Cristianos de San Vicente pudiera estar representada dignamente.


El ambiente de hostilidad entre el Ayuntamiento y la Unión de Comparsas fue tan evidente que el mismo Alcalde en el saluda realizado para L'Ambaixador dijo "... después del mal entendimiento, que se pudo interpretar, en un momento de negociaciones entre vuestros representantes y este Ayuntamiento ...". Y con el tiempo la cosa fue a peor pero esto lo veremos más adelante.
Repasando el Boletín, en sus páginas centrales aparecen fotos de los que ese año fueron Capitanes de sus Comparsas, allí están Luisa, la actual Alcaldesa, junto a su marido, como Capitan y Abanderada de los Moros Viejos; un jovencisimo Agustín, hijo, con su hermana representando a los Maseros; mi amiga Begoña y su padre Juan Monllor "El Ferra" por los Marroc's. Maravillosa persona Juanito "Ferraura" que allí donde te veía siempre tenía un chiste que contarte, una palabra amable o una historia con que sorprenderte.
Ese año de nuevo fui el encargado de presentar la Presentación General de Cargos Festeros, junto con mis primas Mónica y Lucía. El espectáculo ese año era un homenaje a las Abanderadas de la Unión con motivo del décimo aniversario de la Fiesta.. De nuevo el Mesón San Vicente se llenó de luz y color para recibir a los Capitanes y Abanderadas tanto de Comparsa como Generales en un gran ambiente festero. Contrabandistas y Abbasires, experiencia y juventud, se repartieron ese año los cargos.


Por mi parte ese año había empezado segundo de carrera, habíamos estrenado edificio en la Universidad y parece que todo comenzaba a funcionar bien con mis nuevos compañeros. Ya había aprendido la fórmula para sobrevivir en la Universidad y la estaba aplicando. Este año tuve mi primer acercamiento a una de las asignaturas que marcaron mi vida universitaria, se trata de Historia del Arte de la que posteriormente desarrollaría la especialidad. A partir de ese año compartí estudios con Belén Boluda que se convirtió en una gran amiga y que hoy en día todavía compartimos amistad, también compartí aula con Eduardo López Seguí, de la comparsa Almorávides, el cual ya era amigo antes de la Universidad.


La Comparsa Tuareg seguía presidida por José Luis Espinós y el local social en la calle Pi y Margall. El número de socios seguía ascendiendo lentamente y ese año ya eramos cincuenta y dos. El Capitán fue Francisco Sánchez Robles y la Abanderada Rosa Guijarro Pastor. Poco duro este Capitán en la comparsa que lo apodó "El torito" por su afición a fantasear en su relación con las mujeres.
La anécdota que más recuerdo, más que nada por la cantidad de veces que ha sido contada, ocurrió un mediodía después de comer, Anastasio y yo salimos del local y vimos una cagada tremenda, seguramente de algún animal que trajeron los Negros Zulúes, en la puerta de la kábila; ni cortos ni perezosos fuimos a comprar el petardo más grande que hubiera para reventar aquello. Colocamos el petardo, encendimos y nos escondimos. La explosión fue enorme y la cagada se deshizo por encima de los coches y las fachadas, pero había un problema. En la fachada de la puerta de la kábila habia una especie de silueta dibujada; parece ser que una persona salía del local en el momento de la explosión y en fin, pues que se llenó de mierda. Cuando entramos al local había una señora completamente llena de mierda y no pudimos por mas que hacernos los locos. Enseguida hubo algún mal pensado que nos miraba como culpables,  nosotros argumentamos que habiamos ido a comprar tabaco, oimos la explosión y vimos correr a varios vestidos como los Negros Zulúes. Con el tiempo confesamos nuestro pecado en la intimidad pero sin signo alguno de arrepentimiento.



Algo iba cambiando poco a poco en la Comparsa, daba la sensación de que cada vez venía a visitarnos mas gente a la kábila, por las noches aquello parecía una discoteca pero sin cambiar ese ambiente familiar que hacía que a ciertas horas de la madrugada se encendiera un fuego para hacer una suculenta sopa de ajo con la que aliviar ese maltrecho estomago.


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