domingo, 1 de enero de 2012

1983



1983 se presenta al mundo en Enero con una noticia que sin darle importancia representó un avance tecnológico de excepcional magnitud ya que Apple presentó el primer ordenador con ratón, es  una de esas noticias que con el tiempo nos cambia la vida sin apenas darnos cuenta. También en el extranjero, esta vez en el Reino Unido, se produjo un robo de película, seis enmascarados roban 6.800 barras de oro en el aeropuerto de Heathrow. En España, mientras tanto, 1983 fue el año de la expropiación de Rumasa por el Gobierno de Felipe González y el pavoroso incendio de la discoteca Alcalá 20. La cultura en España seguía avanzando a pasos agigantados; José Luis Garci ganó el primer Oscar del cine español con "volver a empezar" y Don Claudio Sánchez Albornoz regresó a España tras cuarenta y tres años de exilio. La prensa rosa disfrutó de lo lindo con la carnaza que le ofrecía la separación de los duques de Cádiz y la boda de Paquirri con la Pantoja. Los fallecimientos, por desgracia a la orden del día, nos privaron de dos genios, Charlie Rivel, figura legendaria del mundo circense, y Joan Miró, uno de los más prestigiosos representantes del surrealismo.


En San Vicente las cosas de nuevo estaban a punto de cambiar, no en materia política, porque el PSOE volvió a ganar las elecciones municipales celebradas el 8 de mayo, si no en sus representantes. El municipio pasó a manos de Jaime Antón, en su primera etapa como Alcalde socialista de San Vicente.
Parece ser que desde el Ayuntamiento se dio orden ese año de utilizar el Libro de Fiestas como plataforma de despedida, y así se nos presentó una Revista donde más de la mitad de sus escritos son intervenciones de políticos reflexionando sobre sus cuatro años de gestión. A mi modesto modo de ver no se debe de polítizar nada que tenga que ver con la Fiesta y mucho menos polítizar, sea del signo político que sea, uno de los cauces que tiene la Fiesta para darse a conocer tanto en nuestro pueblo como en el exterior. . En resumen, actitud vergonzosa de aquel que por subvencionar se cree dueño y señor de algo que pertenece al pueblo.
Este fue un año de cambios, sobretodo en el acto de Presentación de Capitanes y Abanderadas; por fin después de muchos años se logró separar nuestra Presentación de la de la Reina de las Fiestas. Este año se eligió el Mesón San Vicente para realizar el acto con un exito sin precedentes. Dos presentadores, mi prima Lucía y Clemente, de los Maseros, sentados como en una terraza recreaban estar en el extranjero y rememoraban lo que sería el acto de Presentación. "El Fester ausente" repasaba una a una todas las Comparsas hasta llegar a las Capitanías. Dos escenarios, uno en el fondo del Mesón San Vicente con los presentadores y otro en el centro con los Capitanes y Abanderadas, el ambiente y la cercanía del Capitán y la Abanderada con sus festers crea una magia difícil de superar en otro entorno. Todos los que alguna vez hemos tenido que organizar una Presentación y tuvimos la suerte de estar allí aquella noche, nos ha servido de inspiración y la hemos considerado como uno de los mejores actos organizados por la Unión de Comparsas. Por mi parte al estar metida mi madre en la organización tuve la inmensa fortuna de conocer de primera mano todos los entresijos del acto, de leer y participar en los guiones, de asistir a ensayos, de decorar el local, en fin de participar activamente en algo que con el tiempo ha quedado como parte fundamental de la Fiesta.
Mi vida de nuevo había dado un giro de ciento ochenta grados, hay quien es tan tonto que gira trescientos sesenta grados y vuelve al mismo sitio, pues bien mi giro es más corto pero más radical. La vida me cambió con dieciocho años, universitario y con vehículo propio. El curso 1982-1983 fue mi primer año de Universidad; tuve la suerte de matricularme en lo que me gustaba, Geografía e Historia. Ese año descubrí un mundo totalmente desconocido, de mis aventuras y desventuras en la universidad no voy a contar nada ya que no es el objeto de este escrito. Si deciros que encontré buenos amigos y amigas, descubrí muchas cosas y ese primer año repetí curso por primera vez en mi vida, pero que me quiten lo bailao. No voy a hablar de mujeres, que las hubo; ni de alcohol, que lo hubo; ni de fiestas, que las hubo; ni de exámenes, que creo que los hubo; ni de suspensos que también los hubo. Este año me saqué el carné de conducir, aspiración de todo mayor de edad que se precie en el intento de abandonar el autobús o la parte trasera del pequeño asiento de una vespino. Mi primer coche fue el de mi madre, un Citroen diane 6, con un techo de lona que era una maravilla en verano. En el fondo después de tantos años y tantos coches es el único que he echado de menos. Mi primer y único descapotable que debido a mi innata timidez no pude sacar todo el provecho de él. La timidez, de eso si que tengo que hablar algún día, ha sido un gran lastre en mis relaciones sociales, incluso ahora, la gente que me conoce bien sabe que soy muy tímido, que muchas de las cosas que cuento en este blog es porque lo estoy escribiendo, si tuviera que contarlo cara a cara me moriria de vergüenza, por esto aunque agradezco y me encanta que sigais lo que escribo me pongo rojo cada vez que alguien me comenta algo, aunque le estoy cogiendo gustillo al tema.


En Abril, como todos los años las Fiestas, del 8 al 12 las de Moros y Cristianos. Este año la Comparsa Tuareg tenía Capitanía, la primera. Con 41 socios, el año que menos componentes tenía la Comparsa, se afrontó un ejercicio con la responsabilidad de una Capitanía, el cargo recayó en Antonio Amat, el tío de Parra, y Carmen Fernanda Fuentes mientras que los infantiles fueron Mario Llopis y Noelia Fuentes. Antes de que se me olvide el Presidente era José Luis Espinós y el Capitán y Abanderada de la Comparsa, Javi y Mari Nieves. Ese año se realizó uno de los primeros boatos en San Vicente y consistió en una filada de Tuareg a caballo. Entre almuerzos y algún que otro porrazo, superando miedos y con mucha ilusión se logró poner en marcha esa filada que causó sensación el día de la Entrada. Yo por mi parte ese año ya tenía traje, se lo compré a Camarasa que había causado baja ese mismo año. Con ese traje desfile hasta la Capitanía de 1990 y junto con algunos amigos lo lucimos orgullosos por las calles de San Vicente incluso nos llegamos a quedar sin filada, pero el traje salió año tras año.


 También me apunté al disparo, algo que no había probado con anterioridad, lo encontré interesante pero en aquella época se hacían demasiadas barbaridades con la pólvora. Nos poniamos a disparar bajo los árboles, en el interior de los garages, colocábamos en la bocacha del arcabuz cualquier cosa para destrozarla, fumábamos junto a la pólvora, todo ello como en un juego, sin ninguna responsabilidad y poco nos pasaba a aquella banda de impresentables que disparábamos en las dianas, sin dormir y con varias copas de más. En la kábila la pólvora se almacenaba en el aseo y mas de uno se encontró con los pantalones por los tobillos y rodeado de muchos kilos de pólvora encendiéndose un cigarrillo. También se disparaba con cañones, la Comparsa disponía de uno que se tragaba un kilo de pólvora en cada disparo. Negros Zulúes y Moros Viejos también disponían de cañón, que años más tarde serían prohibidos.
En la calle Pi y Margall, número 16 se montó la kábila, en un local que no abandonariamos hasta 1988, frente a los Negros Zulúes. Para ese año construí, junto con Quique García, una portalada para conmemorar la Capitanía. Lo cierto es que nuestra idea no era en un principio esa, ibamos buscando hojas de palmera para decorar el local; encontramos muchas frente a la Colonia Santa Isabel, donde estaba la entrada de acceso al aeropuerto de Rabasa, y allí entre la basura acumulada apareció un arco doble de herradura, supongo que algún constructor de carrozas lo tiró allí, lo recogimos y con papel blanco y rojo, cola y mucha paciencia levantamos un arco digno de la Mezquita de Cordoba que presidió la entrada a la kábila durante varios años.
Este año tambien hay que destacar que durante el Medio Año la Unión de Comparsas organizó un torneo de fútbol sala. Tras una gran cantidad de partidos por fin la Comparsa llegó a la gran final contra los Visigodos, grandes favoritos, quedamos subcampeones, pero lo mas bonito fue que al final el trofeo fue para un niño que estaba enfermo, para mi sobrino postizo Ivan, conocido años más tarde como "El Perejo".


Con la gente de la Comparsa seguía forjandose una relación de amistad muy fuerte, eramos pocos y la sensación de familiaridad aumentaba; almuerzos, cenas, excursiones y todo tipo de actividades fuera de los días de Fiesta hacía que cada vez la gente estuvuiera más unida y creciera un vinculo personal muy fuerte, y en mí hacía más fuerte la sensación que había encontrado lo que quería, que estaba a gusto, que estaba en casa.

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