martes, 24 de enero de 2012

1991



Las guerras, como no, vuelven a marcar un año donde los conflictos bélicos por el mundo son generalizados. En enero se inicia la operación "tormenta del desierto" para liberar Kuwait de las manos de Sadam Hussein; en mayo en Etiopía los rebeldes se hacen con el poder con el apoyo de los Estados Unidos; en junio las tropas yugoslavas inician el ataque contra las Repúblicas independentistas de Croacia y Eslovenia; para finalizar este recorrido sangriento, en septiembre,  en el Zaire, en Kinshasa se producen enfrentamientos étnicos con gran cantidad de fallecidos. Vaya año.
En España las noticias van por otros derroteros aunque la lacra del terrorismo sigue presente en nuestras vidas y ETA continua masacrando españoles, civiles o militares, que mas da no se trata de una guerra, se trata de una banda de asesinos sin escrúpulos capaces de hacer que una niña de trece años, Irene Villa, pierda las dos piernas en un atentado. Esta gentuza lo único que me da es asco y repulsión. El Servicio Militar también se vio afectado este año por dos noticias, la primera de ellas en febrero, mes en el cual se inició el juicio del primer soldado que alegó objeción de conciencia para no hacer la "mili"; y la segunda noticia fue en julio con la aprobación de la reducción a nueve meses del servicio militar obligatorio. Lastima que la ley no fuera retroactiva puesto que yo me encontraba en el cuartel. También quedó este año visto para sentencia el juicio de los GAL siendo condenados José Amedo y Michel Domínguez y el Estado absuelto de todos los delitos cometidos.
La boda del torero Espartaco con Patricia Rato hizo correr ríos de tinta en la prensa rosa junto con el fallecimiento del líder de "Queen", Freddie Mercury.




En San Vicente en el año 1991 se iniciaban los tramites para adoptar como oficial la denominación en valenciano, Sant Vicent del Raspeig. El pueblo ya sobrepasaba los treinta mil habitantes y afrontaban sus últimas Fiestas el equipo de gobierno del Partido San Vicente Independiente (PSVI). Jaime Antón en la Alcaldía y Luisa Notario al frente de la Concejalía de Fiestas se despedían de sus cargos este año y con ello arrastraban al Sr. Boluda que también afrontaba su último año al frente de la Comisión Municipal de Fiestas. Jaime Antón ponía fin a dos mandatos totalmente diferenciados en el trato hacia la Fiesta de Moros y Cristianos, que curiosamente coincidieron con el paso de dos Concejales de Fiestas distintos, una primera fase con Don Antonio Bas y su puño de hierro y una segunda fase con Doña Luisa Notario y un dialogo fluido. Fueron años de avances significativos, de ir ganando poco a poco la confianza del Ayuntamiento a base de un trabajo bien hecho. El 20 de mayo de 1991 se produjeron en nuestro país Elecciones Municipales y la Alcaldía en San Vicente paso a manos de José Manuel Monllor Lillo. La Unión de Comparsas seguía presidida por Eloy Domenech que afrontaba su segundo año de mandato en un ambiente de equilibrio y trabajo constante, bien rodeado por un gran equipo.
Se afianzaba el trabajo de los últimos años en la Revista de Fiestas que al margen del número de páginas que iba en aumento, ganaba mucho en diseño haciéndose más agradable a la lectura. Ese año el presentador de la Revista fue el escritor alicantino Don Enrique Cerdán Tato, el cual tuvo un grave problema a la hora de la presentación, ya que la organización le entregó la revista subiendo las escaleras del Salón de Plenos. Afortunadamente se trataba de una persona muy inteligente y con recursos para realizar un esplendido discurso improvisando. Si alguien tiene ocasión de ojear el Libro de Fiestas de este año, que no se pierda la fotografía del Capitán y Abanderada de la Comparsa Nómadas, mi buena amiga Mari Carmen Lillo y su hermano.
La Presentación de Capitanes y Abanderadas, tras el fiasco del año anterior, volvió de nuevo al Mesón San Vicente, pero fue por última vez ya que se necesitaba un espacio mayor para el espectáculo.
En el plano personal 1991 fue un año diferente ya que en enero me tuve que incorporar, por obligación que no devoción, al Servicio Militar. Debo de reconocer que con veintiséis años maldita la gracia que me hacía tener que ir, pero bueno no se podía, ni se debía, retrasar más. Me incorporé a filas en la Base de Marines en Valencia y me asignaron a la AGLD-3, Agrupación Logística Divisionaria número 3, compañía de transportes, y allí pasé un año de mi vida.


De ese año tengo muchos recuerdos, de los mandos, de ls compañeros, de las maniobras; pero lo más curioso de todo me ocurrió tres días antes de las Fiestas de Moros y Cristianos. Era por la tarde y unos cuantos compañeros nos fuimos a la zona deportiva del cuartel para jugar un partido de fútbol-sala; tuve la desgracia durante el encuentro de torcerme el tobillo, yo ya me di cuenta de la gravedad pero intente ocultarlo. El pie se me puso todo amoratado y al día siguiente, es decir a dos días para Fiestas, el veterinario que hacía las veces de médico, me sorprendió en mi camareta retorciendome de dolor y me mandó al hospital. Era viernes y no sabía si llegaría a tiempo de coger el autobus, lo cierto es que en ese momento me importaba muy poco lo que tuviera en el pie, yo lo que quería era irme a las Fiestas de mi pueblo. Me monté en el camión camino del Hospital Militar de Valencia y allí me diagnosticaron una elongación de los ligamentos del pie, me escayolaron y tras esperar el camión llegaba al cuartel a las tres y media de la tarde, los autobuses ya se habían marchado y en ese momento me veía sin Fiestas. Pero un compañero de Alcoy, Lara, me estaba esperando con el pase mio de fin de semana en la mano, miré el permiso y me tenía que reincorporar el martes antes de las nueve de la noche. Este muchacho me trajo a San Vicente y me dejó a la puerta de mi casa el viernes de Fiestas por la tarde. He de reconocer que gracias a él disfruté de las Fiestas; meses más tarde tuvo un problema y le di una semana de mis días de permiso como forma de devolverle el gran favor que me hizo. Tras la comida del martes de Fiestas mi padre me montó en el coche a mi y a mis muletas y me devolvió al cuartel. Este problema con el ligamento propició que pasara más de tres meses en mi casa, y entre visitas al hospital y rehabilitación pase casi medio año rebajado de servicio.
Por lo que respecta a la Comparsa el Presidente era José Luis Espinós, el Capitán y la Abanderada de ese año Israel Morales y Raquel Espinós. La kábila, por fin cambió de calle, abandonamos Pí y Margall, para desplazarnos a la calle Labradores en el número 18. En cuanto al número de socios seguíamos creciendo y ya eramos noventa y cinco festers aunque el techo de la Comparsa todavía estaba lejos.


En Fiestas, como ya he comentado, me encontraba escayolado y gracias a Paco Morales y a mi padre que me consiguieron una carroza pude salir en el desfile. Este año se apuntó a la Comparsa uno de mis grandes amigos me refiero a Luis Lledó y familia, con los cuales compartí, con los años, los mejores momentos en la Comparsa . Al estar escayolado la Fiesta fue ese año distinta para mí ya que las muletas te coartan bastante la movilidad así que me quedaba en la kábila tranquilamente. Vinieron a visitarme, en mi desgracia, muchos amigos, por este tipo de cosas mis recuerdos de este año son muy agradables.


No podía asistir a ningún acto, me perdí el Pregón que dio desde el balcón del Ayuntamiento Don Urbano Ruiz Laorden, me perdí la Embajada nocturna, tampoco pude asistir a la Ofrenda, que este año fue más corta ya que se desarrolló desde la Plaza de la Santa Faz hasta la Plaza de España y me dio mucha rabia también perderme la charanga porque además ya tenía incluso el disfraz de Caperucita Roja.


Afortunadamente pasó 1991, el año de la muleta se acabó y era ya momento de comenzar a pensar en las Fiestas del año siguiente que seguro que iban a ser tan intensas como las vividas hasta ahora.


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